El Clandestino nos hizo revivir viejas ilusiones

Hay lugares que logran escabullirse del olvido. Hace algunos días El Clandestino volvió a abrir sus puertas por un ratito, en otro espacio pero con las mismas emociones de los viejos tiempos.
Decir que era un bar es poca cosa, era el lugar de todos. De lunes a lunes siempre había alguna excusa para pasar por El Clandestino. Abrió en agosto del 2001 en Belgrano y 20 de Febrero y como todo lo bueno que dura poco, en el mismo mes de 2005 se apagaron sus luces.
Después del trabajo, antes de dormir o en medio de la nostalgia dábamos una vueltita, para escuchar buena música, bailar o simplemente encontrarnos con amigos.
Nunca se sabía quién podía llegar, los que tuvimos más suerte logramos disfrutar de los Vox Dei, los músicos de Pappo, escuchar a Fito Páez, Jaime Roos o Las Blacanblus.
Había sido idea de Luis Bravo, uno de esos locos lindos que nunca baja los brazos por eso, cada tanto nos vuelve a regalar la mágica vivencia de viajar en el tiempo.
A la fiesta fueron muchos, algunos de los habitués de siempre pero se sumaron otros nuevos, curiosos de conocer parte de la historia musical de la ciudad.
Hubo música en vivo, artistas que se subieron largas noches al escenario del Clande y algunos que quisieron estar presentes en el hermoso encuentro. Algo de danzas teatralizadas y algún monólogo.
Entre cada presentación fue sonando la música, como dice Luis Bravo, para los “adultos contemporáneos”, llenando la pista.
Algunos de los artistas fueron Carlitos Farías, Quique Sobarzo, Carlitos Casalla, Hernán Lugano y Mica Conte, Emiliano Zamora, Pato Gallo, Inti Huayra, Tata Chango y su compañera. Marcelo Pintos, Mario Coto y Luis Seguel entre tantos otros.
La fiesta del Clandestino comenzó a las 21 horas pero fiel a su estilo, fue terminando ocho horas después, casi casi para ver brillar el sol del amanecer sobre las aguas del Nahuel Huapi.
Habrá que esperar el próximo convite, para volver a revivir nuestras ganas de compartir momentos y disfrutar los encuentros.