Federico Marchesi: “La piedra más grande somos nosotros y es la primera que tenemos que tallar”
CONOCIENDO A NUESTROS ARTISTAS

Federico Marchesi es uno de esos grandes artistas que vive entre nosotros y de manera silenciosa da vuelo a la creatividad logrando trabajos realmente imponentes con la piedra.
Nació en Buenos Aires, sus padres se habían conocido cursando en la escuela de Bellas Artes e indudablemente que en sus genes, quedó inculcada esa magia que poco a poco fue descubriendo en su interior.
Con tan solo once años se vino con su padre a vivir a Bariloche, cursó en el colegio industrial. Tuvo intenciones de irse a Avellaneda a estudiar algo relacionado con el arte pero era muy costoso. Cuando cumplió 15 años su papá se volvió a Buenos Aires, plena dictadura militar, Fede no quiso y con esa edad, se quedó solo viviendo en nuestra ciudad.
Seguía cursando su secundaria y comenzó a trabajar de conserje nocturno en un hotel, viviendo en el altillo de ese lugar. “Era mucho sacrificio y me enfermé entonces en el colegio me consiguieron una beca para INVAP por las tardes, me pagaban un sueldo así fue que dejé el hotel”.
La única condición era que fuera pernoctando cada mes en la casa de algún compañero y fue sacando provecho de esta nueva experiencia.
El Caleuche
A sus 16 o 17 años ya estaba muy unido a Chulengo Lamuniere, Osvaldo Rapoport, Alejandro Acosta Fox y Roberto Tormo. Tenían una banda y Fede se convirtió naturalmente en el plomo.
No se reconoce como músico pero sí como murguero de vocación. “Mi primera oportunidad relacionada con el arte fue de la mano de Kike Mayer, al que conocí cuando era alumno de pintura de mi viejo”.
Para una Fiesta de la Nieve ambos organizaron un desfile de máscaras y disfraces para el Caleuche. “Viene de la mitología mapuche que cuenta de un barco fantasma, un buque de fuego o de arte al que se o veía en días de neblina, muy luminoso por dentro y de su interior salía una música maravillosa”.
Continúo relatando “el capitán era el encargado de bajar, capturar a un elegido y lo llevaba al barco donde era agasajado, se lo llevaban a pasear a un lugar subterránea, La Ciudad de los Césares hasta que diez años después, era devuelto en la playa, con el mismo aspecto físico pero sin recordar nada de lo vivido”.
“Los Calenche son gente en transformación, en cambio constante y se los describe como tontos, locos y desmemoriados, brujos, magos y adivinos”. Descripciones que encajaban perfectamente en el sentir de ambos, interpretando distintos personajes. En esa primera experiencia sumaron además a la artista Pallita Solá, espectáculo que llevaron a E Bolsón y la Fiesta de la Manzana.
Todos los elementos que habían utilizado para la escenografía quedó guardado en el entonces Refugio de Las Artes en Costanera pero el director de Cultura de ese momento, los desalojó para luego crear allí el Museo Paleontológico.
“Pero nadie nos avisó de lo que estaba sucediendo y cuando nos enteramos, ya habían tirado todo a la basura” se lamentó Fede. “Tuvimos muchísima gente en contra, no solamente de la Asociación de Artistas Plásticos, sino también de la Comisión de la Fiesta de la Nieve. Hicimos todo un proyecto, se robaron la idea, nos echaron y lo hicieron mal” El propósito no era recaudar dinero, solo pedían que los dejaran hacer “Estábamos llenos de ideas, pero no tuvimos el apoyo, como siempre ha pasado en nuestro país”.
Artistas Libre Sureños
Los amantes del arte que tuvieron la oportunidad de vivir en Bariloche hace treinta años atrás, indudablemente recuerdan lo que significó Los Artistas Libres Sureños. “Cansados de que en la ciudad no pasaran cosas, no hubiera lugares donde exponer o salas dónde tocar, montamos en el SCUM la primera edición y fue a sala llena” recordó.
Hacían partícipe al público a cada exposición le seguía un taller para prender la técnica sobre lo que estaban observando. “Armamos más de diez y la gente se enganchó muy bien y sin poner un solo peso”.
Reflexionó “Si a cualquier actividad que desarrollamos le ponemos el corazón, todo cambia pero parece ser peligroso que la gente tome conciencia porque eso pone en evidencia muchas cosas”.
El arte incentiva y la persona que aprende a utilizar las herramientas para crear, tiene un cambio maravilloso en su calidad de vida. Marchesi trabajó además en una película de Universal Pictures con Sonia Braga, Richard Dreyfus y Raúl Julia, como asistente de escenografía y escultor. “También asistí en carrozas del Festival de Río de Janeiro, nunca estudié arte pero o fui aprendiendo en mis trabajos”.
Cuando regresó a Bariloche junto a Kike Mayer organizó el Segundo Festival de Artistas Libre Sureños “Me gasté todo el dinero que había traído en pinturas y telas, yendo y viniendo a Viedma y comprando todo o que necesitábamos pata hacerlo”.
Consiguieron el préstamo de una globa que montaron en Moreno y Villegas “ese festival duró 16 días consecutivos, por el cual pasaron 150 artistas, con un montón de exposiciones y gracias a un aporte de Lotería pudimos pagar a todos los talleristas”.
La piedra
Luego de ese festival Fede siguió creando y cada muestra era con música en vivo. “Me ganaba unos mangos montando stands, hice las columnas romanas de By Pass, hacía cuadros con cenizas vocánicas, cuadros de montaña con elementos de la Naturaleza.
Uno de los primeros trabajos en piedra que llamó mucho la atención, fue la vereda de una reconocida chocolatería cuando estaba ubicada en Mitre, entre Villegas y Rolando. “Fui a Los Menucos a elegir materiales, un trabajo que panifiqué para dos meses terminó extendiéndose a seis, pero conté con todo el apoyo de mi cliente”.
Después hizo la maqueta de la Meseta de Somuncura, con cartografía “eso me llevó a una experiencia muy linda, conocer a una Machi, doña Dominga Ñancufil, con quien tuve uno delos despertares más grandes a nivel personal”.
Decidió irse a Europa, en Dinamarca hizo un curso de animación, preparó en espectáculo de silencio, danza y pintura en vivo que presentó en el Festival de Avigñon. “Siempre mostraba mi carpeta de trabajos y en la última página estaban las fotos de la vereda de la chocolatería, al verlo me decían que me tenía que dedicar a eso así que cuando volvía a Bariloche, lo hice”.
En Buenos Aires comenzó a hacer trabajos para un estudio de arquitectura, detalles de flores en piedra, así le salió la posibilidad de realizar un piso de 250 metros cuadrados en a casa de Lewis.
“Representaba la flora autóctona de la zona. Era todo un recorrido que te llevaba por los diferentes ambientes y el último gran piso de 90 metros cuadrados fue un diseño de hojas de lengas gigantes en otoño” detalló.
Definió su relación con la piedra “uno conscientemente se ofrece como instrumento y a través tuyo actúa, te da ideas. Es toda una transformación del reino mineral al reino vegetal, un proceso de evolución mutuo”.
El arte es un camino de evolución espiritual “la vida personal está ligada a lo que elegimos todos los días, pero hay que estar en paz en el momento de trabajar porque esa energía va quedando en lo que haces”.